Consultanos por compras fuera de la Argentina y forma de pago a VentasNinaPezEdiciones@gmail.com
Cuentos breves. Cuentos dulces. Cuentos con aroma propio. Que transportan. Que dejan huella en el corazón. Cuentos de los que contaban las abuelas. Para leer antes de dormir y dejar el alma calentita.
Asistir en primera fila a una declaración de amor dicha después de muchos años. O a la magia de la naturaleza que ayuda a Cipriano a observar un nido. Saber que por fin ha llegado a la raza humana la ayuda para alcanzar el bienestar con “Got, el inmenso”. O reflexionar si vale la pena seguir en nuestra propia isla segura, pero desierta.
Entender que un pequeño gesto puede cambiar el futuro. Incluso el de un ser vivo casi insignificante.
Aroma a cuentos. Historias para el corazón.
Entonces, un leve murmullo lo sorprendió. Venía de unas palmeras bajas que crecían apoyadas contra la pared exterior de la habitación de servicio. Dos palmeras desplumadas a las que nunca había prestado mayor atención. (...) Y giró la cabeza hacia ellas en el mismo momento en que comenzaban a avanzar, como si fuesen dos soldados camuflados con pastos verdes sobre sus cascos. Se acercaron a él con unos cuantos pasos de sus pies llenos de raíces y tierra y en cuanto lo alcanzaron, lo alzaron en vilo utilizando dos ramas gruesas que les crecían a la altura de donde debían estar los brazos si fueran realmente seres humanos. Cipriano se encontró de golpe mecido en el aire, con el rostro frente al nido de calandrias, como había querido, los ojos brillando frente al piar de los pichoncitos desesperados por unos gusanos que su madre trataba de meterles en el pico.
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Asistir en primera fila a una declaración de amor dicha después de muchos años. O a la magia de la naturaleza que ayuda a Cipriano a observar un nido. Saber que por fin ha llegado a la raza humana la ayuda para alcanzar el bienestar con “Got, el inmenso”. O reflexionar si vale la pena seguir en nuestra propia isla segura, pero desierta.
Entender que un pequeño gesto puede cambiar el futuro. Incluso el de un ser vivo casi insignificante.
Aroma a cuentos. Historias para el corazón.
Entonces, un leve murmullo lo sorprendió. Venía de unas palmeras bajas que crecían apoyadas contra la pared exterior de la habitación de servicio. Dos palmeras desplumadas a las que nunca había prestado mayor atención. (...) Y giró la cabeza hacia ellas en el mismo momento en que comenzaban a avanzar, como si fuesen dos soldados camuflados con pastos verdes sobre sus cascos. Se acercaron a él con unos cuantos pasos de sus pies llenos de raíces y tierra y en cuanto lo alcanzaron, lo alzaron en vilo utilizando dos ramas gruesas que les crecían a la altura de donde debían estar los brazos si fueran realmente seres humanos. Cipriano se encontró de golpe mecido en el aire, con el rostro frente al nido de calandrias, como había querido, los ojos brillando frente al piar de los pichoncitos desesperados por unos gusanos que su madre trataba de meterles en el pico.