Para pagar con moneda extranjera envía tu pago de USD 12 (dólares estadounidenses) a ventasninapezediciones@gmail.com mediante PayPal indicando el título del libro que deseas comprar. Luego, nos pondremos en contacto para hacértelo llegar.
Conexiones perdidas, muerte, duelo, amor y fantasía son algunas de las palabras que pueden describir las historias que se encuentran en Cuando nadie me lee. El autor armó un conjunto de relatos en los cuales, distintos personajes nos muestran quienes son cuando nadie los ve. Cada uno de los relatos, exhibe con honestidad una cantidad distinta de sensaciones, todas conectadas por unos poemas y fotografías que nos abren una puerta al corazón del autor, a sus sentimientos más preciados y que decide mostrar casi como si fuera un diario.
El sol me miraba fijamente, atento.
Le regreso la mirada y el pasto que me sostiene
me acaricia.
Cerré los ojos y sentí mi cuerpo despegarse del piso.
Me despedí del pasto, de la tierra.
El viento me agarraba de la mano y comenzamos a bailar. No había música pero ambos sabíamos
qué pasos dar en el aire.
Volví a cerrar los ojos para sentir la música
y una sombra interceptó mi baile.
Abrí los ojos y pude ver que la sombra
provenía de un cuerpo que se interpuso
en medio del sol y yo.
Era él. El francés.
Para pagar con moneda extranjera envía tu pago de USD 12 (dólares estadounidenses) a ventasninapezediciones@gmail.com mediante PayPal indicando el título del libro que deseas comprar. Luego, nos pondremos en contacto para hacértelo llegar.
Conexiones perdidas, muerte, duelo, amor y fantasía son algunas de las palabras que pueden describir las historias que se encuentran en Cuando nadie me lee. El autor armó un conjunto de relatos en los cuales, distintos personajes nos muestran quienes son cuando nadie los ve. Cada uno de los relatos, exhibe con honestidad una cantidad distinta de sensaciones, todas conectadas por unos poemas y fotografías que nos abren una puerta al corazón del autor, a sus sentimientos más preciados y que decide mostrar casi como si fuera un diario.
El sol me miraba fijamente, atento.
Le regreso la mirada y el pasto que me sostiene
me acaricia.
Cerré los ojos y sentí mi cuerpo despegarse del piso.
Me despedí del pasto, de la tierra.
El viento me agarraba de la mano y comenzamos a bailar. No había música pero ambos sabíamos
qué pasos dar en el aire.
Volví a cerrar los ojos para sentir la música
y una sombra interceptó mi baile.
Abrí los ojos y pude ver que la sombra
provenía de un cuerpo que se interpuso
en medio del sol y yo.
Era él. El francés.