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Un joven de alrededor de veintiséis años decide cuidar a un señor mayor. Lo lleva a pasear, lo ayuda cambiarse de ropa, y a bañarse. De a poco se va a acostumbrando a sus excentricidades, y convive con Ana, la que cocina y limpia. Este trío desarrollará una vida cotidiana con algunos accidentes. En este tomo encontraremos un diario muy especial. Y un deseo irrefrenable.
A las nueve el viejo llamó a Ana, le pidió que lo lleve al baño.
No supe entender por qué no me lo pidió a mí,
puesto que dijo que solo se quería lavar las manos.
Pero lo cierto es que no quería que me diese cuenta
de que había llorado.
Tal vez, como apenas me conocía,
no quería mostrar su lamento ante mí. Era muy pronto.
Ana se dio cuenta que lloró y lo ayudó a lavarse la cara,
y el viejo le pidió que le maquille alrededor de los ojos
para que yo no me enterase de que había sollozado.
Y le hizo prometer que no dijera nada.
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A las nueve el viejo llamó a Ana, le pidió que lo lleve al baño.
No supe entender por qué no me lo pidió a mí,
puesto que dijo que solo se quería lavar las manos.
Pero lo cierto es que no quería que me diese cuenta
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Tal vez, como apenas me conocía,
no quería mostrar su lamento ante mí. Era muy pronto.
Ana se dio cuenta que lloró y lo ayudó a lavarse la cara,
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para que yo no me enterase de que había sollozado.
Y le hizo prometer que no dijera nada.